lunes, 15 de junio de 2020

La Occidentalización del Yoga




Estamos en vísperas del Día Internacional del Yoga, declarado por la ONU, y esta disciplina pasó a ser Patrimonio Mundial de la Humanidad. Es por eso, que creo conveniente dedicarle unas líneas al Yoga y específicamente su arribo a Occidente.
Cuando llega esta disciplina, al continente Americano, más específicamente a los Estados Unidos la hace de la mano de maestros que tenían como misión la complementación e integración de Oriente y Occidente. Por citar algunos maestros conocidos que ejemplifican esto pueden ser Yogananda y Vivekananda. Inmediatamente, comenzó a proliferar la construcción de Ashrams en este país, dando lugar a esta milenaria práctica, desconocida hasta el momento. Sin embargo, hubo otros maestros también orientales, que utilizaron el Yoga como una mercancía exótica para sacar rédito económico. En la cual hacían exhibiciones, competencias y demás cuestiones muy alejadas a la esencia de la práctica. Pero ambas partes, nos guste o no, hacen a la occidentalización del Yoga.
El Yoga nace en lo que conocemos hoy en día como India, hace un tiempo incalculable, no obstante se cree que tiene entre 2500 a 4000 años AC. Ya que sus primeros registros escritos están en el Rig Veda, con una antigüedad de aprox. 1500 años AC, esto nos da la pauta que ya se practicaba y que recién en esa fecha se registró. Con el correr del tiempo, y como enunciamos, la práctica del Yoga cruzó el océano y se estableció en Occidente. Hoy en día, India es un sitio completamente distinto a lo que era cuando el Yoga llegó a Occidente. Posee un nivel de producción importante, altos niveles de contaminación, pobreza, etc. Sin embargo, ciertas costumbres antiquísimas, aún se mantienen. En la actualidad, este Yoga modificado por Occidente, vuelve a la India de hoy. Es por eso, que no es extraño, ver a grandes maestros occidentales en India. Entonces, es como un boomerang. Que de Oriente fue a Occidente, y de Occidente volvió a Oriente mutado. Hay quienes están muy disconformes con la occidentalización del Yoga, pero podemos afirmar que hoy Occidente, no sería igual si está práctica no hubiese arribado. Cada vez son más personas que la practican, cada vez son más lxs instructorxs que la imparten. Se volvió tan pero tan popular, que se debate si tendría que estar en la escuela. Seguramente, que en esta occidentalización hubieron muchas modificaciones con la intención pura y exclusiva de mercantilizarla y sacar un rédito económico. Sin embargo, y más allá de marcar los puntos desfavorables de dicha occidentalización, en lo personal me siento más que gratificado que esta práctica haya arribado a este lado del mundo. De lo contrario jamás la hubiésemos conocido. Hubiese sido una desdicha, que este método de mejoramiento humano, autoconocimiento y desarrollo se haya quedado en exclusivamente en Oriente. Por supuesto, que hay un montón de cuestiones que hay que rever y ser auto críticos en esta occidentalización, como por ejemplo la falta de honestidad y veracidad (Satya). Reflejada en publicidades que ofrecen y prometen infinidad de beneficios inexistentes a corto plazo. O imparten clases de Yoga, y en realidad, las prácticas están muy pero muy alejadas del Yoga genuino. No obstante, debemos de ser conscientes y honrar el regalo que hemos recibido, de estxs grandes maestrxs orientales. Que en lo personal me llena de dicha. Sabiendo, que el Yoga es una práctica que posee un corpus de conocimiento enorme. Donde ningún aspecto de la persona que lo practica (físico, mental-psicológico, emocional) queda librado al azar. Y otra cuestión sumamente importante, es el hecho de ser sinceros y dar a conocer, que el fin o el objetivo de la práctica del Yoga es espiritual. Ya no la podemos vender como una gimnasia exótica. Y Creo que el punto falaz en esta occidentalización, es no poner de manifiesto este punto clave sobre el cultivo de la espiritualidad en el Yoga. No hablo religión, sino espiritualidad.
Concluyendo, podríamos afirmar que el Yoga es una disciplina nace en Oriente y Occidente la adopta para que pase a formar parte del acervo cultural.

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