martes, 5 de mayo de 2020

La Naturaleza de la Angustia




Hace un tiempo, escribí un artículo sobre el Yoga y las emociones. Y creo que, ante esta situación que estamos transitando, haré foco en la tristeza o angustia. Que es una emoción que, en mayor o menor frecuencia, nos visita.
El Yoga posee la maravillosa capacidad de transmutar los estados emocionales. Esto se da, porque la práctica, nos brinda un bagaje de herramientas que poseen efectos en la dimensión física, psicológica y espiritual de la persona que practica.
Los Âsanas, no solo estiran las fibras de los músculos, sino que cuando la ejecuto correctamente. Es decir, con la actitud adecuada, con plena atención a las sensaciones, respirando la postura, relajando esfuerzos innecesarios, etc (obviamente esto lleva mucho tiempo de práctica). Los canales energéticos se irán expandiendo y hará que esa tristeza no quede estancada en el cuerpo. Desde ya, que posturas de expansión de tórax o pecho, serán infaltables para transmutar la sensación de angustia o tristeza. Por su parte, el Pranayama, complementándose con los Âsanas terminará de hacer el trabajo canalizando esa tristeza que parecía no irse jamás. Es por eso, que en toda práctica de Yoga (o al menos de Hatha), se le debe dar lugar al Pranayama. Pero alto, no es en absoluto recomendable ser autodidacta en la práctica del Yoga en general y mucho menos en la práctica del Pranayama. Un texto tradicional, el Hatha Yoga Pradipika, en el pasaje 16 sobre Pranayama advierte “Por la apropiada práctica del Pranayama se aniquilan todas las enfermedades. La inapropiada práctica da origen a todas las enfermedades”. Es por eso que creo sumamente importante buscar un/a maestrx de Yoga que nos guíe en la práctica.
Por otro lado debemos de saber, que no es malo estar triste. Que es un estado, y mejor que tratar de echarlo o hacernos a los distraídos, es identificarlo, para luego aceptarlo e integrarlo. Se habla mucho de inteligencia emocional, pero no hay mayor inteligencia que tener la capacidad de etiquetar e identificar eso que nos pasa. Saber la naturaleza de la tristeza. Es decir, saber diferenciar si es: una angustia estancada (de ser así de dónde viene), si es una tristeza pasajera, si por ejemplo hay detrás un enojo fuerte con alguien y en realidad es estar enojadx con esa persona lo que me pone triste, si mi sistema de creencias me trae angustias y así podríamos seguir. Pero quiero hacer hincapié en que cada unx debe ser capaz de dos cosas. Uno, es estar sumamente atentx a las sensaciones que surgen. Para así poder trabajar con la tristeza cuando todavía es tristeza y no una depresión que será más costoso transitar. Para esto debemos de estar muy atentx a observar ese “pensamiento semilla” que si lo dejo estar, dará lugar a crear una gran maleza en la que será más complejo hacerle frente. Por ejemplo, cuando me levanto, si ya estoy pensando en preocupaciones futuras, generando ansiedad y creándome una película de terror que encima no coindice con la realidad, es probable que mi día se ponga muy cuesta arriba. Pero si somos capaces de estar atentxs a ese flujo de pensamientos, “parar la pelota”, establecerme en el presente y observar ese pensamiento cuando todavía es semilla y no maleza. Probablemente pueda revertir mi estado. Entonces, cuando me levanto y se prende la radio mental, sería mejor tomarse unas respiraciones y no pensar en todo lo que tengo que hacer o dejar de hacer. La mente tiene “diales” hay algunos que siempre sintonizan la angustia, porque no están atentxs a darse cuenta que frente a ese estado de angustia, siempre actuamos cíclicamente de la misma manera una y otra vez. Es decir, que en vez de actuar conscientemente, somos reactivos y predecibles. Frente al mismo estímulo actuamos de la misma manera. Por eso en esta cuarentena, mi desafío personal, es estar con plena atención a lo que pienso, a mi accionar y a mi interior. Debemos de estar auto-observándonos de manera casi constante. Sabiendo que la realización y la felicidad deben de ser colectiva, y hay personas que la están pasando realmente muy pero muy mal. Entonces, quizás sea una oportunidad para poner el Karma Yoga (Yoga de la acción desinteresada) en práctica. Era Rabindranath Tagore, quien decía “Dormía y soñaba que la vida era alegría, desperté y vi que la vida era servicio, serví y vi que el servicio era alegría.” Servir es alegría, porque el eje de acción deja de ser el Ego. Y todos sabemos que el Ego es sufriente porque posee un mil identificaciones, y si una de esas identificaciones es afectada sufrimos. Por eso debemos de saber y tener la vivencia de que somos algo más que las emociones, el cuerpo y la mente. Es necesario meditar para re-descubrir la Consciencia, en la cual puedo reposar y luego ver las cosas con mayor claridad.
Concluyendo, démonos el permiso y aceptar estar triste. Sabiendo que es un estado que viene y se va. Pero tampoco perpetuemos el estado, debemos saber que la tristeza, sino la trabajo, cada vez me enterrará más y más y luego salir de ese pozo no será tan simple. A cada momento a cada instante, somos libres de elegir. Tratemos de elegir y accionar conscientemente, observando si esa acción me lleva al lugar donde quiero estar mañana. O si es una acción que me desintegra. Si, por ejemplo, elegimos todo el tiempo la pereza, sabremos a donde nos llevará. Si tenemos determinación, práctica y disciplina, seguramente la pasaremos un poco mejor. Pero sabiendo que no estaremos exentos de transitar la tristeza, que en su justa medida es necesaria y nos hace crecer.
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