jueves, 16 de abril de 2020

La Función del Ego



¿Qué es el Ego? ¿Es malo tener Ego? ¿Obstruye la felicidad el Ego? ¿Por qué, en determinados caminos espirituales, el Ego es un obstáculo?
Y con demás preguntas podríamos seguir. En primer lugar, desde mi experiencia, cuando comencé a practicar Yoga siempre me llamó la atención y no terminaba de entender por qué lxs maestrxs de determinadas escuelas o filosofías que abarcan “temas espirituales” decían que el Ego es el principal responsable del sufrimiento. Y por mi parte, no entendía si el Ego era una “inteligencia independiente” que operaba de manera autónoma o si de lo contrario, poseíamos algún dominio sobre el Ego. Claramente, el primer enfoque, anularía toda posibilidad de acción y no nos quedaría más remedio que aceptar con el potencial riesgo de victimizarnos. En cambio, el segundo enfoque, nos coloca como responsables y con cierta autoría para dominar el Ego.
El Ego, surge cuando el sujeto comienza con su proceso de individualización y gesta su Yo, un Yo exterior. Un Yo que se encuentra en la dualidad y con muchos condicionamientos. Pero este proceso, es saludable y totalmente esperable. De lo contrario, podría haber indicios de un potencial trastorno o patología. El Ego, y más al principio de su gestación, actúa casi de manera instintiva. Y cuando se percibe amenazado genera miedo. Que nuevamente no es malo, cuando ejerce su función en un contexto adecuado. Por ejemplo: Si me encuentro perdido de noche en un lugar que ponga en peligro mi vida, será el Ego (como instrumento mental) el que hará que busque resguardo. El Ego es uno de los instrumentos de la mente (Ahamkara) que como todo instrumento puede servir para destruir y hacer daño, o para construir. Hasta acá, hablando en términos dualistas, el Ego no parecería tener nada de malo. Pero por qué el Budismo, el Yoga, el Hinduismo, y demás filosofías (sobre todo de Oriente) advierten que el Ego es el primer responsable, del sufrimiento (entre otras emociones aversivas). El problema está, cuando con el correr del tiempo, nos seguimos identificando una y otra vez con el Ego. Ignoramos nuestro Yo íntimo, ese que está más allá del tiempo y condicionamiento, y nos limitamos a identificarnos con un acotado y sufriente Ego. El Ego no nos proporciona recursos para evolucionar y transformarnos, porque siempre busca la acción individual, la satisfacción de deseos instintivos, el acaparamiento, y sobre todo tiene como principal motor al deseo. Está permanentemente deseando lo que no tiene y pensando en lo que le falta, proyectando a futuro y olvidando el presente, midiendo en poco o mucho, lindo o feo, etc. El Ego es nuestra máscara, y es tan pero tan astuto, que se pondrá la máscara necesaria para subsistir (como aquella persona que porque ahora práctica Yoga o Budismo se cree “espiritual o buena persona”. O esa otra que va a misa todos los domingos, doná ropa y se dice hacia sus adentros “que buena persona soy YO”).
El problema reside, que cuando nos dejamos gobernar por este instrumento, siempre nos vamos a sentir vacíos porque siempre nos faltará algo. Y si no nos falta nada, el Ego, se la rebuscará para ir a buscar el sufrimiento. No nos damos cuenta, pero a veces pensamos tanto pero tanto que cuando no hay problemas, inconscientemente vamos a buscarlo y los creamos. Entonces es por eso, que es de vital importancia, conocer el complejo mental. A la mente se la debe educar para poder discernir, para poder ver con claridad, y para que sea nuestra amiga. Y con el correr del tiempo (como lo escuché decir a Ramiro Calle) debemos gestar un “Ego Maduro” y un poco más saludable.
El Ego, se apega a aquello que nuestras tendencias o samskaras permitan. Este “objeto de apego”, al estar limitado por los condicionamientos propios de la materia, inevitablemente se disolverá. Y cuando surja esa disolución, será el Ego el que nos traerá al presente el sufrimiento. Ese es el mecanismo. Y si estamos faltos de discernimiento nos pasaremos la vida tratando de re-conseguir dicho objeto de apego. El problema está en qué nos apegamos, si nos apegamos a algo muy volátil y con mucha capacidad de disolución, sin dudar pasaremos la vida sufriendo como mendigos. Sería algo así como apegarse a un jabón, que tempranamente se verá diluido.
El conocimiento, nos aleja del sufrimiento. El que conoce ama, dijo una vez mi maestro, entonces que mejor que conocer la mente y sus partes para observar donde se encuentra el Ego. Los instrumentos del complejo mental son: Ahamkara (El Ego); Manas (procesa la información sensorial); Buddhi (el discernimiento); Chitta (la consciencia). El objetivo del camino es, paulatinamente, ir desarrollando Buddhi y entrar en meditación para conectar, establecerse y descubrir Chitta. Donde la experiencia, ya deja de ser sufriente. No olvidemos nuestra esencia SAT CHIT ANANDA, una existencia atravesada por una Consciencia en la que si nos establecemos genera dicha (estado de ANANDA). Y lo mejor, que para esto no debemos de tener ningún talento en particular. Solo se necesita práctica.
Concluyendo, y como me gusta decir, no sirve de mucho leer lo que dice aquí si no lo ponemos en práctica y lo comprueban. Escogiendo un Yoga o camino que abarque, además de la corporeidad, el aspecto meditativo; filosófico e introspectivo. Sino de poco sirve desarrollar la corporeidad, seré un poco más flexible, me sentiré mejor pero el Ego y sus vacíos seguirán haciendo de las suyas.

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